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domingo, 16 de febrero de 2014

CUIDA TU CUERPO, NO LO INTOXIQUES

 
“La causa profunda de todas las enfermedades es la suciedad del terreno producida por la acumulación de desechos”.

 Los desechos orgánicos no se depositan en un solo lugar, sino que circulan por todo el cuerpo. El organismo todo sufre la sobrecarga, pero como cada persona tiene su punto débil, es allí donde aparecerá la crisis visible y dolorosa.
El moderno concepto de diagnóstico sirve sólo para rotular al barómetro de una caldera a punto de explotar por exceso de presión. Es inútil ocuparse del barómetro. Por sentido común, debemos disminuir la presión de la caldera. Aliviada la presión, el barómetro, por sí mismo dejará de indicar el estado de emergencia. logicamente no quitaríamos la bombilla para no ver el problema .

El moderno sistema de monitoreo médico ha generado una obsesión por los parámetros fuera de lo normal. Profesionales y pacientes viven pendientes del valor de glucosa, presión, colesterol, hormona tiroidea, triglicéridos o densidad ósea.
 A través de fármacos se obtiene la ilusoria satisfacción de poner en caja los  desequilibrados y apagar momentáneamente la bombillita de alerta .

Los microbios( virus, bacterias, parasitos, hongos) no son más que huéspedes de un terreno sobrecargado, que permite su expresión o desarrollo. Podrá argumentarse que todo depende de la fortaleza del sistema inmunológico de cada persona, pero como veremos luego, la eficiencia de nuestro sistema defensivo, como toda parte integrante del cuerpo, es consecuencia directa del estado de limpieza de nuestros fluidos internos. O sea que: el terreno lo es todo.

TOXINAS INTERNAS
La sobrealimentación y el sedentarismo se han convertido en grandes problemas de la sociedad moderna.
 Es muy sencillo que las personas ingieran más de tres mil calorías diarias y gasten mucho menos de dos mil. Por su parte, el sedentarismo no solo impide la necesaria combustión de calorías excedentes, sino que dificulta la correcta oxidación de los residuos del metabolismo celular, con lo cual se generan aún más desechos tóxicos.
Todo esto se ve agravado por el nefasto sistema de producción industrial de los alimentos.
Los procesos de manipulación y refinación quitan preciosos elementos vitales( arroces, pastas, harinas) y ello lleva al consumo de mayor volumen, en el intento de cubrir las necesidades de vitaminas y minerales ya que al refinarlos quitamos esas vitaminas y minerales necesarios .

Los problemas de la sobrealimentación no son sólo de acumulación.
también viene por no saber combinarlos .


 Cuando superamos la capacidad de procesamiento de nutrientes que tiene nuestro sistema digestivo, generamos una masa de alimentos mal transformados cuya tendencia es la fermentación y la putrefacción ( gases, heces malolientes) lo cual produce nuevos venenos, que incrementan a su vez el ensuciamiento general y producen mas zonas acidas en nuestro cuerpo propiciando la vida de los microorganismos patógenos.
 Esto se ve agravado por el estrés y los ritmos antinaturales, que merman nuestra capacidad metabólica.

TOXINAS EXTERNAS
Las técnicas actuales de producción primaria e industrialización, además de empobrecer la calidad del alimento, generan una nefasta carga de sustancias eminentemente tóxicas, que de ninguna manera estamos preparados para procesar. Insecticidas, herbicidas, fungicidas, fertilizantes químicos, antibióticos, vacunas, hormonas sintéticas, balanceados industriales, granos transgénicos son solo algunas de las sustancias que se utilizan en la producción de alimentos y que, directa o indirectamente, ingresan a nuestro organismo, diariamente y en altas concentraciones.
Un ejemplo: nadie relaciona la gran cantidad de problemas endocrinos(menopausia, tiroidismo, etc.) con la continua ingesta de hormonas sintéticas que se “mimetizan” con las naturales y nos causan un verdadero caos hormonal.

A ello se agrega otra gran cantidad de sustancias químicas artificiales que utiliza la industria elaboradora: conservantes, saborizantes, emulsionantes, estabilizantes, antioxidantes, colorantes, edulcorantes, grasas transaturadas (margarinas, chocolates, bolleria industrial ,chucherías ,patatas fritas de bolsa), etc.
Un estudio británico demostró recientemente que la mezcla de ciertos colorantes artificiales y el benzoato de sodio (conservante de uso habitual en refrescos), influye en "el comportamiento y en los desórdenes de conducta de los niños" (hiperactividad, deficit de atención ). Otros estudios indican que, en promedio, ingerimos anualmente varios kilogramos de dichas sustancias.



Falta aún lo que ingerimos en medicamentos, detalle no menor en un país como el nuestro, que ingiere, por ejemplo, seis millones de aspirinas diarias. Nuestra sociedad es ávida consumidora de analgésicos, antiinflamatorios, sedantes, estimulantes y una larga lista de fármacos de uso corriente, alegremente publicitados en TV como si fueran inocuas golosinas.
Pero no solo ingresamos tóxicos por vía digestiva.
 La piel es otro órgano permeable a elementos indeseables: cosméticos, tinturas, cremas, antitranspirantes y fijadores son fuente de sustancias nocivas. Por las vías respiratorias también introducimos importantes cantidades de venenos: desde el humo de cigarrillos a los desechos de combustión y procesos industriales.
A todo esto se suma la problemática de los refinados industriales. Diariamente estamos incorporando altas cantidades de compuestos químicamente puros que no existen en la naturaleza. Es el caso del cloruro de sodio (sal blanca) o la sacarosa (azúcar blanca). Biológicamente el organismo no reconoce estas sustancias refinadas y de gran pureza; es más, las considera tóxicas por su reactividad.
Nuestros riñones pueden eliminar unos 12 gramos diarios de cloruro de sodio (la tóxica sal de mesa refinada), pero está demostrado que la alimentación moderna provee 15 gramos o más. Esto quiere decir que reteniendo sólo 3 gramos diarios, estamos acumulando en el organismo 90 gramos por mes (verdadera causa de edemas y celulitis).
El cuerpo se ve obligado a poner en marcha varios mecanismos de defensa que, además de generar un importante gasto de energía y recursos, incrementan la toxemia corporal.
Nos referimos a la hidratación de estos compuestos (retención de líquidos asociada a deshidratación celular), a la captura lipógena (edemas, obesidad y celulitis) y a la cristalización (artritis, ácido úrico, arenillas, cálculos, esclerosis capilar, etc). Este explicacion lejos de asustar, debe ayudar a la toma de conciencia: nuestro organismo no es un cesto de basura donde podemos arrojar impunemente cualquier cosa y no solo el nuestro sino el de los mas pequeños de la casa.
Además, esta problemática, nefasta en sí misma, se ve agravada por la pérdida o el olvido de sanos hábitos ancestrales: los ayunos, las curas de primavera, el reposo, la conexión con los ciclos naturales…

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