Cuando no experimentamos amor incondicional, hacia los demás y hacia nosotros mismos por largos períodos de tiempo, enfermamos.
La condición normal del hombre es amar. Con esos atributos fuimos creados, y si no los desarrollamos cotidianamente, nos sentiremos incompletos.
Cuando expresamos ese noble sentimiento hacia el exterior, armonizamos con lo que nos rodea, con la naturaleza y las personas.
Cuando dicho sentir inunda nuestro ser interno, tanto espiritual como físicamente, el organismo recibe una señal inequívoca de que es aceptado y querido. Cada célula del cuerpo, capta el mensaje y se llena de energía vital, indispensable para ejercer sus múltiples funciones y combatir todo tipo de agresiones externas.
Por tanto,El amor nos fortalece.
Al cerrar nuestro corazón y volvernos solitarios, por los motivos que fueran, el cuerpo se debilita y sufre las consecuencias.
Podemos tomar todas las vitaminas y energizantes que existan en el mercado y sin embargo, igualmente enfermaremos.
Una de las causas más comunes de numerosas dolencias que padecen los seres humanos, se debe al hecho de no quererse a uno mismo o por no estar contento con la vida que se lleva.
Aquel que sabe amar en el aquí y ahora, ya recibió en forma simultánea muchísimo más que lo que el anhelo mental esperaba.
Una persona así se hace dueña de su vida y no especula con la posible devolución efímera de los demás para seguir sobreviviendo.
ELEVAR LAS DEFENSAS DESDE EL PENSAMIENTO Y LA EMOCIÓN POSITIVA
Todos somos el 100% responsable de todo lo que nos pasa y creamos nuestras experiencias a través de los pensamientos y sentimientos, pero negamos nuestro poder culpando a otros por nuestras frustraciones. Nuestra vida no es más que un reflejo de nuestro estado mental: si en nuestra mente hay paz, armonía, balance y AMOR entonces nuestras vidas pueden solamente ser armoniosas, pacíficas y balanceadas.
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